El gotelé, ese fiel amigo de las casas “antiguas”, no necesita mucha presentación. Pocas técnicas relacionadas con la decoración o el interiorismo están tan bien entendidas como el gotelé.
Está técnica consiste, básicamente, en esparcir sobre la pared una pintura más espesa de lo normal para formar grumos o gotitas. El resultado es una pared rugosa y su presencia sugiere que ese lugar tiene muchos recuerdos que contar y es la marca de una era.
¿Cómo surgió el gotelé?
En los años 70 se utilizó con gran frecuencia entre las empresas promotoras para ocultar posibles defectos que hubiesen ocurrido durante la construcción. Por ejemplo, si la pared no está recta, el gotelé ayuda a que pase desapercibido.
A pesar de que hace unas décadas lo habitual era tenerlo en casa, poco a poco fue desapareciendo. Nos lo quisimos quitar de encima, pues su presencia generaba la sensación de viejo y antiguo, y ha ido desapareciendo de las viviendas.
¿Cuánto cuesta quitar el gotelé?
Como todo en esta vida, su coste es relativo. Existen variables que influirán en el precio. El tamaño de la gota, por ejemplo. Una gota grande y grano grueso es más difícil de quitar.
También depende el tipo de gotelé. Si se ha realizado con pintura plástica es casi imposible de quitar y se tiene que cubrir sin realizar el raspado. Múltiples opciones y diferentes costes para deshacernos de esta rugosidad de la pared.
Sin embargo, antes de quitarlo, debes saber que todo vuelve. Si, habéis leído bien, todo vuelve y eso incluye al gotelé. Tan odiado hace apenas unos años, vuelve a ser tendencia. Y es que los materiales ásperos, con texturas y cicatrices, son un modo de revindicar una estética que nos regala autenticidad. ¿Volverías a ponerlo en tu hogar?